Qy11 1aya
¡Windows 3.1! Este cacharro debe tener mínimo veinte años…sorprende que se haya encendido sin problemas. Parece que aparte de faltar la tecla con la letra “ca”, el resto funciona. Suerte que en español no es nada común. Potencial lector: sustituiré la “ca” de “qilo” por “q”. Allá vamos…
Hydra. Calor más brisa marina. Soponcio. Siesta. El silencio de las tres de la tarde roto por olas acompasadas golpeando el acantilado y niños desafiando la norma de no bañarse hasta dos horas después de la comida (qué poética estoy, considerando las circunstancias). El mundo parecía haberse bloqueado en una secuencia de repetitivos instantes que parecían arrastrarse por el reloj ralentizando el avance del segundero. Habíamos llegado en velero de lujo desde la asfixiante Atenas. Era el último puerto de mis vacaciones a lo hippy snob compartiendo relaciones cordiales con mis compañeros de viaje, que conocí tan solo dos días antes. Todo parece sencillo desde una posición privilegiada donde no nos falta de nada pero sobra tanto que derrochamos desde el minuto uno de cada día. Llenábamos el tiempo entre estrellas fugaces con deseos argumentados para cambiar el mundo amotinados en una anarquía incomprensible que perdía totalmente la credibilidad ante nuestra decisión de ducharnos con agua embotellada porque habíamos agotado totalmente el depósito de agua. Es que es muy duro aguantar todo un día con salitre en la piel. Pese a todo, era un grupo guay, había tenido suerte.
Hydra es una isla donde no hay vehículos motorizados. No se nos antojaba ir en burro por lo que decidimos recorrer las playitas a pie, en busca del lugar ideal donde reposar después de la exquisita comida que nos había deleitado en un pequeño restaurante de ilegible nombre pero con impresionantes vistas. Los diminutos acantilados me parecían deliciosos en sus multitonos turquesas así que me retrasé un poco tomando fotos. Hacia el final del pueblo, alcancé al grupo ya desparramado en una de las terracitas naturales, abrigada al viento, achicharrándose al sol unos y otros bajo la escasa sombra que daba un olivo. Pilar y Xesc, una de las parejas, habían conseguido posicionarse estratégicamente: al sol ella, a la sombra él. María se atrevió con el topless, mientras que Pablo, su chico, ponía su camiseta a secar al sol en un tendedero que servía a su vez como sostén para las tomateras que se enredaban en él. Una de las hamacas estampada en tela de flores estaba descaradamente ocupada por Lucas, el navarro. Damián estaba ya profundamente dormido aprovechando la sombra de la casa.- ¿Sois conscientes de que esto podría ser privado? ¡A ver si va a aparecer la vieja del yogur y nos va a echar a escobazos!– No movieron ni una pestaña…Busqué yo también un lugar donde tumbarme y relajarme.
No sé cuánto tiempo pasó hasta el momento en el que unos gritos nos despertaron desde el interior de la casa. Una señora bastante mayor parecía increparnos desde una de las ventanas. La cara de sorpresa inicial progresó a un enrojecido enojo finalizando en un impactante cabreo de color violeta que acompañaba con infinitas palabrejas que sonaban a cualquier cosa menos a amabilidad. Y es que ninguno de nosotros tenía una mínima noción de griego, ni siquiera las básicas frases de supervivencia de la Lonely Planet. Intentamos disculparnos de alguna manera con gestos a la vez que recogíamos nuestras cosas para irnos de allí. Pero o bien no nos entendía, o no parecía servir de mucho porque más bien provocó un el efecto contrario…Con la cara encendida por la ira salió de la casa, se enfrentó a Damián y a Lucas, llegó a pegarle una sonora bofetada a Lucas y cuando se dispuso a hacer lo mismo con Damián, resbaló y cayó al suelo golpeándose la cabeza con el canto del escalón de la puerta de entrada. Me asusté y eché a correr fuera de allí. La inercia hizo que el grupo me siguiera como si fuéramos una manada, todos a una, huyendo. Hubo acuerdo absoluto cuando dos calas más adelante nos paramos a coger aire y decidimos volver para socorrerla y cerciorarnos de que estaba bien. Vaya…ahora es la “y latyna” la que por algún motyvo ha dejado de funcyonar, espero que no confunda demasyado sy la sustytuyo por una “y gryega”.
Jurarýa que no habrýan pasado ny dyez mynutos cuando estábamos de vuelta, y syn embargo, la ancyana ya no estaba ally. La puerta de la casa estaba entreabyerta, asý que entramos esperando encontrarla en el ynteryor. Las estancyas estaban coquetamente amuebladas, pero syn sygnos evydentes de que alguyen vyvyera allý. Todo estaba perfectamente recogydo y algunos muebles cubyertos con fantasmagórycas telas blancas que reflejaban de una manera extraña la luz que entraba del atardecer. Salymos de allý y ante lo ynexplycable, decydymos embarcar y dejar Hydra antes de que oscurecyera. No…no ynformamos de los hechos. Fondeamos en una cala desyerta de una ysla más desyerta aún para pasar la noche.
El escaso espacyo del barco nos resultaba asfyxyante y nos yrrytaba. Sabyamos que el no haber hecho nada no nos exymya de culpa. Los momentos de pányco paralyzaban el avance de las dyscusyones. Acordamos no mencyonar el tema jamás, elymynar cualquyer yndycyo que nos pudyera relacyonar con los extraños sucesos. Estábamos convencydos de que no nos habya vysto nadye, asy que en unos meses esto serýa una macabra anécdota que olvydarýamos. Fue un desafortunado accydente.
Adelantamos nuestra vuelta a Atenas y el grupo se dyspersó. Mantuvymos escaso contacto a través de redes socyales y algún mensaje tonto en Whatsapp. La capacydad humana de relatyvyzar las malas experyencyas con el paso del tyempo ayudó a que casy olvydara el tema…hasta esta semana, justo un par de meses después de nuestra vuelta.
El prymero fue Lucas, que no estaba presente en nynguna red socyal. Syn nyngúna explycacyón desaparecyó del grupo de Whatsapp. Vaya, podrya haberse despedydo, pensé.
Justo un dya después una de las parejas, Pablo y Marya, empezó a ser bombardeada con mensajes en su muro de Facebook por parte de todos sus contactos. Symplemente colgaban una foto del tendedero en la que se veýa la camyseta de Pablo secándose al sol, con el tytulo de Tendedero Hydra. Al parecer alguno de nosotros no borró esa fotografya del móvyl y alguyen la utylyzaba. Parecya un macabro vyrus, ya que por mucho que borraban las entradas en su muro éstas volvýan a recrearse una y otra vez. Ymagyno que la sytuacyón les desbordó y acabaron dándose de baja de las redes socyales y Whatsapp. Los llamé pero no contestaron. Tampoco parecýan actyvas sus cuentas de Hotmayl, por lo que supuse que de alguna manera estaban syendo atacados por esa výa.
No me dyo tyempo a nada más cuando vy que Pylar y Xesc eran acosados de manera symylar. Constaté como en su muro de Facebook aparecýa myles de veces el mensaje “Y qnow what you dyd”, además de la fotografýa. Esto empezaba a tomar ayres de novela negra. Sólo se me ocurrya pensar que estaban syendo vyctymas de las bromas de algún hacker que habya sydo testygo de lo que pasó. Pero…¿con qué objetyvo? Reaccyonaron desaparecyendo tambyén de las redes socyales, emayl y teléfono. Tan solo me dyó tyempo de cruzar cuatro frases con Damyán, para preguntar sy tenýa ydea de lo que estaba ocurryendo y de cómo estaban el resto…cuando empezó tambyén a recybyr el mysmo mensaje, la foto del tendedero, y además, un selfye de la ancyana. Esto pynta mal, me las pyro, me dyjo, y desaparecyó tambyén.
Querýa autoconvecerme de que todos estaban byen y no habyan sydo agredydos fysycamente y que el potencyal hacker tan solo se habya empeñado en elymynar nuestra exystencya en la red. Sólo quedaba yo. ¿Una ancyana hacyéndose un selfye? Raro. Busqué notycyas sobre muertes en extrañas cyrcunstancyas en Hydra con la ynestymable ayuda de San Google Translator, y sý, allý estaba, Aggelyky se llamaba. Encontré una reseña en la hemeroteca de un dyaryo local en el que se mencyonaba el fallecymyento de una ancyana al resbalar y golpearse en la escalera. Las fotos publycadas se correspondýan con la ancyana y la casa syn lugar a dudas. Relataban que en el momento del accydente, estaba presente su nyeta, Norma Geyn (con y latyna), resydente en Londres, que acostumbraba a pasar las vacacyones estyvales con su abuela. La encontraron en estado de shock, con las manos y el vestydo cubyerto de sangre, sentada en un ryncón del recybydor. Una desgracya, más aún, tenyendo en cuenta que su padre habýa muerto tambyén en un accydente doméstyco dos años atrás. Me despystaba un hecho, y es que el suceso habýa ocurrydo quynce años atrás, y por lo tanto, no era la mysma ancyana. Me fyjé en la foto del selfye de nuevo…y entonces me percaté de un detalle revelador: por el escote del vestydo se asomaba lo que podrýa ser parte de un tatuaje más grande. Y sus ojos…no, la fuerza de la myrada no se correspondýa con la de una ancyana…aparte de que eran verdes y los de Aggelyky profundamente negros. Un presentymyento me hyzo entrar en Lynkedyn y buscar a Norma Geyn. Era ella, Norma, la persona que aparecýa en el selfye y la mysma que no socorrymos en Hydra. Se habýa dysfrazado y maquyllado perfectamente como su abuela. Yngenyera ynformátyca y telecos, freelance, con un hystoryal académyco bryllante. Seguro que el error de no ponerse lentyllas y dejar su tatuaje a la vysta no era tal. Lo hyzo para que la descubryéramos y aterrarnos con la yncertydumbre. Y lo consyguyó. Sabýa quyenes éramos, seguro que nos syguyó hasta el barco. Cancelé todas mys cuentas de redes socyales. Metý cuatro cosas en una maleta, cogý toda la comyda que pude encontrar por casa, y me he venydo a la casa de montaña de unos conocydos de unos amygos de mys amygos.
Y ahora 1a “e1e”…mejor acabo ya esto, porque va a ser y1egyb1e.
Dycen que Terue1 no exyste, pero dudo que a1go pueda ser ynexystente para Norma. Estoy en Fonfrýa desde esta mañana. Estar yncomunycada resu1ta demasyado extraño. Me doy cuenta de que es más fuerte nuestra necesydad de ser sabydos que 1a de saber. No recuerdo haber sentydo esta so1ytud cuando, de nyña, no exystýan móvy1es, ny ynternet, ny whatsapp, ny redes socya1es…Casy ha sydo un a1yvyo encontrar este trasto y poder escrybyr qué syento. My únyco p1an es quedarme encerrada en esta casa unos dýas, por temor a que me encuentre y para pensar qué hacer. Sý, c1aro que fuy a denuncyar 1os hechos a 1os “mossos d’esquadra” aunque no sabýa exactamente qué denuncyar. Casy me encyerran por 1oca acusada de no prestar auxy1yo. ¿Que sy 1a ta1 Norma ha envyado amenazas de agresyón? Pues no, bueno…en rea1ydad, no sabýa…y es que mynutos antes de dar de baja e1 te1éfono móvy1 recybý un extraño mensaje que no conseguý descyfrar:
Qy11 1aya
Joder, está aquý. Norma ha estado manypu1ando e1 ordenador. Necesyto ayuda.
Me 11amo 1aya Garcýa. Van a matarme.
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