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El Camino

12 octubre, 2014Maria Ortega 2 Comentarios
El Camino

El Camino

Quien me mandaría a mi hacer el Camino de Santiago en solitario. Un año entero preparándome, recibiendo consejos, ánimos, -Es una experiencia casi mística- , me decían unos, -Te vas a encontrar a ti mismo-, me decían otros.

Y aquí estoy, muerto de frio y calado hasta los huesos, esta etapa parece que no la he preparado bien y se me está haciendo de noche, si todo va bien, aun me queda cerca de una hora y media andando hasta llegar al albergue donde debo pasar la noche.

Me arden los pies, me matan las ampollas y me aburro muchísimo, encima el camino está completamente embarrado, y se me hace muy difícil avanzar. Que se haga de noche no es una buena noticia, el bosque de noche nunca me ha gustado, es increíble como de repente un paisaje verde, precioso, casi mágico, se transforma en algo lúgubre, oscuro, frio, el olor cambia completamente, de un olor a bosque, pasa a un olor a humedad que se te incrusta en los huesos. Si nunca habéis estado en un bosque de noche, os recomiendo que no lo hagáis, no es para nada agradable.

Tengo que pensar algo rápido, no tengo nada claro que pueda llegar hasta el albergue antes de que caiga completamente la noche, estoy empezando a agobiarme, y encima este puto móvil sin cobertura, ahora mismo tengo una linterna de 600 euros en la mano. Quizás deba buscar algún tipo de refugio, no para de llover y esto se está poniendo realmente serio.

Parece que justo detrás de esa curva se ve una casa, no me apetece nada molestar a nadie a estas horas, pero no voy a tener más remedio que hacerlo si no quiero morir de una pulmonía. Sí, es una casa grande, y debe estar habitada porque en la terraza hay ropa tendida, y se ve que esta el jardín cuidado.

Llamo a la puerta varias veces pero no contesta nadie, puta mala suerte que hoy hayan decidido no estar en casa, voy a dar una vuelta alrededor a ver si encuentro algún sitio donde quedarme al menos hasta que escampe. La parte de atrás es la típica de una casa de campo, un pequeño huerto, una caseta de herramientas y la puerta de atrás de la cocina, llamo y nada, nadie contesta.  Una de las ventanas de la cocina parece que está abierta, joder, ¿Qué hago? no me parece normal, entrar a una casa a estas horas de la noche, no creo que nadie venga, porque la casa tiene pinta de ser de fin de semana, pero si entro, me duermo y me encuentran allí igual me cae una paliza por listo, y con razón.

Además, me da mucho respeto entrar en una casa vacía de noche, esto parece el guion de una peli de terror mala americana, de esas que cuando la ves estás pensando, porque tiene que bajar al sótano, si el asesino está allí seguro.

No seas cagon, me digo a mi mismo, esto es España, no es Texas, y tú no eres una cheerleader, eres un peregrino novato que pensaba que podía andar más rápido. Seguro que en el caso de que lleguen los dueños entienden perfectamente que me haya colado en su casa con la que está cayendo.

Entro en la casa y usando mi linterna de 600 euros, intento hacerme a la idea de como es, quiero buscar algún lugar que no moleste demasiado y además no quiero romper nada.

Tengo una sensación extraña, la casa no parece abandonada, todo esta en su sitio, no hay el típico olor a humedad y a viejo, pero esta todo tan perfecto, que no tiene vida, si no esta abandonada, parece que hace mucho tiempo que nadie vive aquí.

En la parte de debajo de la casa solo hay una pequeña cocina y una sala de estar, no veo ningún sitio donde pueda echarme a descansar un rato, así que decido subir a la planta de arriba, a ver si hay algún sofá o cama disponible.

Hay una sola habitación, una cama grande, unos cuadros un poco tétricos y una gran terraza con la ropa tendida, no tiene ningún sentido, ¿porque hay ropa tendida en una casa donde parece que no vive nadie y con la que está cayendo?.

La sensación extraña sigue aumentando, esta empezando a darme miedo de verdad, el silencio es abrumador, ni siquiera se oye el ruido de la lluvia fuera. No me atrevo a mirar atrás, estoy rodeado de sombras y muebles viejos, tengo los pelos de punta y la sensación de que no estoy solo.

Quizás lo mejor es irme, salir, correr, volver a la calle y al camino embarrado, prefiero coger una pulmonía, que permanecer un minuto más en esta casa.

De repente, noto que alguien me agarra por detrás, ¿Quién está ahí? ¿Quién eres? ¿Qué quieres? Nadie contesta, miro hacia atrás y no veo a nadie, no tiene ningún sentido, no puedo dar ni un paso, no puedo mover los brazos, estoy paralizado, ¿Qué me pasa?

Noto que me cogen del cuello, me agarran fuerte, me aprietan, no puedo respirar, mis pies se despegan del suelo y me quedo colgando, me falta el aire, los pulmones me van a explotar, todo se hace negro.

Dos días después, la policía encontró el cuerpo de un peregrino ahorcado en una casa abandonada en medio del bosque, nadie se explica aun el porqué, no había ninguna razón para el suicidio, no hay nota de despedida, y no tiene sentido que una persona entrara en esa casa, lleva años abandonada, esta semi derruida y solo la usaban de vez en cuando los yonquis de la zona. Lo único que queda identificable son las cuerdas vacías de un tendedero en la terraza.

Carlos Rodríguez

2 Responses a “El Camino”
  1. Santiago Arenas dice:

    El comienzo parece un pensamiento propio, y luego se transforma en un gran final.
    Ánimo que continúe el relato, es un magnífico primer capítulo de una novela.

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